Un médico en Worcester, estado de Massachusetts en EEUU, tuvo un día bastante entretenido cuando un paciente entró en su clínica alegando dolores estomacales. Una radiografía mostraba claramente uno de los dos auriculares AirPods entre sus costillas.
De alguna manera, Bradford Gauthier, el cliente, había tragado uno de sus AirPods y no sabía cómo exactamente. Cuenta que lo más probable fue que se quedara dormido con ellos en la cama, y al bostezar uno de los auriculares acabó en su boca primero, y tragado después, todo sin que él fuera realmente consciente de lo que acababa de ocurrir.
Su pequeño tamaño hizo el resto. El Airpod fue extraído de su cuerpo con una sonda, con Brad parcialmente sedado, de manera que tan dormido como estaba cuando se lo tragó, se lo sacaron de su interior.
Le entregaron el AirPod en una bolsita, y lo primero que hizo cuando volvió a casa fue probárselo, para ver si aún funcionaba. La respuesta es que sí, aún funcionaba bien y lo único que ha notado es que tienen un micrófono ligeramente menos sensible que antes, algo que cabría esperar teniendo en cuenta que el auricular ha pasado por un estómago lleno de ácidos.
Es una historia bastante WTF, cómica incluso, que acabó bien porque Brad está bien y que da buena cuenta de lo que puede ser capaz la gente sin darse cuenta.
Vía: El propio Brad en The Guardian.