Hace más de diez años, antes de que el Steve Jobs presentara el iPhone original, el tiempo habitual que pasaba de media entre cada modelo de móvil que los consumidores compraban, era de unos dos años. Era relativamente habitual que cada dos años cambiáramos de móvil, bien porque se había quedado obsoleto y había mejores (baratas) ofertas en el mercado, bien porque se rompía con relativa facilidad. En algunos casos, muchos de esos indestructibles móviles de Nokia se utilizaban durante muchos años pero los que buscábamos alguna de las mejoras que iban ofreciendo las nuevas tecnologías del momento, como una pantalla en color o una cámara, cambiábamos de móvil más rápidamente.
Hoy en día la situación ha cambiado mucho. Con la democratización de los smartphones para todos en lugar de sólo ejecutivos de empresas que era como antes los vendían las operadoras de telefonía móvil, el ciclo de actualización cambió. Primero era relativamente rápido porque las mejoras de los smartphones se sucedían con rapidez; El iPhone 3G era considerablemente mejor que el iPhone original, pero el iPhone 3GS que vino un año después era mucho más rápido… tanto, que la diferencia de uso entre uno y otro se notaba a los pocos segundos de utilizarlo. El iPhone 4 lo cambió todo con su pantalla, en la que era difícil o casi imposible ver un pixel a simple vista. Cualquiera que tuviera un iPhone hasta ese momento y utilizara un iPhone 4 por primera vez, no podía más que exclamar, ¡wow! al ver esa espectacular pantalla Retina con una densidad de pixeles tan alta. La cámara trasera mejoró tanto de un iPhone 3GS a un iPhone 4 que en el sentido literal de la expresión, no se podían ni comparar.
Con el paso del tiempo, las mejoras se han ido sucediendo pero el ese factor sorpresa que tenía cada nueva generación de iPhone en el pasado, se ha ido diluyendo. Todos los modelos de iPhone desde hace unos cuantos años son muy rápidos, y todos tienen pantallas espectacularmente buenas. Las cámaras, también son muy buenas y las mejoras, aunque las hay, son mucho más sutiles que antes. Al mismo tiempo la elección de mejores materiales y mejoras en dureza del cristal y métodos de fabricación han hecho que un iPhone pueda ser utilizado durante más años. Además, ahora que cambiando la batería por una nueva se puede conseguir alargar la vida útil de un iPhone considerablemente, el propio Tim Cook utiliza esa razón como una de las razones por las que Apple ha registrado una bajada en el ritmo de actualizaciones de iPhone, a pesar de haber vendido muchísimos en general. Esos once millones de baterías que Apple cambió, han alargado considerablemente la vida útil de esos usuarios. Las colas para comprar un nuevo modelo de iPhone, por muchas razones, están pasando a ser una curiosidad del pasado.
Ahora, un analista llamado Toni Sacconaghi nos cuenta lo que ya sabíamos todos; la media de años que un usuario utiliza un iPhone ha subido de los tres años en el 2018 a los cuatro años para este nuevo año 2019. Los ciclos de renovación se están alargando porque el iPhone de hace unos años ya es suficientemente bueno para la ayoría de usuarios. El alto precio que tienen ahora los modelos de iPhone más potentes también potencian la idea de utilizarlos durante más tiempo para poder rentabilizar ese enorme coste que supone comprar uno nuevo.