Financial Times era una de las publicaciones que había en la App Store y que tras un tira y afloja con las normas de publicación de Apple, fue eliminada de la App Store. En Financial Times, pensaron que antes que lamentarse por eso lo mejor era mirar adelante y crearon una fantástica aplicación web que más o menos replicaba la funcionalidad de la App pero sólo era accesible, obviamente, vía web (y vía suscripción, como la App, pero con sus propias reglas). El resultado es que todos aquellos que realmente querían leer el Financial Times, se han ido pasando de la App ‘real’ a la Webapp (aplicación web), y han seguido siendo fieles al contenido editorial, que es su principal punto de venta. Al igual que iPhoneros.com, se puede añadir su web como si fuera una App más al SpringBoard del iPhone.
Llegados a este punto, la versión web de sus contenidos tiene ahora más popularidad de la que tuvo su App nativa en la App Store. La infografía de abajo nos muestra que es por la mañana cuando más se accede a la web con smartphones o tabletas como el iPad. El resto del día, es dominado por los ordenadores, para pasar a un pico de tráfico móvil por la noche, antes de acostarse. Están sabiendo adaptarse a los nuevos tiempos, y con tecnologías totalmente libres y no dependientes de nadie, están incrementando sus usuarios online. Un ejemplo a seguir por otras publicaciones que deseen publicar contenidos editoriales de pago online sin negociar con ninguna otra empresa.
La verdad, es que solo con ir a app.ft.com uno se sorprende de lo que sale en pantalla; Parece mentira que en realidad sea una web, por los menús, diseño y como se mueve todo, sin duda un muy buen trabajo. Eso si, más que por su contenido, a nosotros Financial Times nos gusta simplemente por el hecho que han demostrado; Si eres una publicación online, y no te parecen bien las normas de publicación de Apple, siempre puedes tirar por la vía ‘libre’ y publicar lo que te de la gana, como te de la gana, y cobrar la cantidad de dinero que te apetezca, sin necesidad de darle nada a nadie.
Vía: Financial Times.
