En Reuters han publicado un artículo buenísimo en el que destapan una estafa en toda regla. Muchos de nosotros solemos reciclar todo aquello que ya no queremos, ya sean dispositivos electrónicos, baterías, ropa, o simplemente cuando sacamos nuestros desechos a los cubos de basura. Sin embargo, lamentablemente no siempre es así. A veces, las donaciones que uno hace a una ONG terminan en el bolsillo de un listo, o las cosas que uno piensa que se están reciclando en realidad terminan vendiéndose como ropa de segunda mano en otro país, tras enriquecer a otros listos. La corporación petroquímica Dow Inc. tenía (y, suponemos, aún tiene) un programa de reciclaje que consistía en reutilizar la suela de zapatillas deportivas para triturarla y luego utilizar esa goma como materia prima para hacer suelos de pistas deportivas en Singapur, lugar en donde se donaron las zapatillas usadas.
En Reuters decidieron comprar 11 pares de zapatillas de deporte (sneakers en inglés) y en la suela de las mismas escondieron unos AirTags. Luego hicieron el seguimiento de los mismos por todo el mundo y descubrieron que desde allí viajaban cruzando una frontera internacional, para acabar finalmente en una montaña de ropa usada en tiendas callejeras de Batam, en Indonesia. Allí, se vendían a bajo precio como ropa usada, para el que quisiera pagarlo.
Todo este proceso tardó cinco meses y durante todo ese tiempo los AirTags notificaron el trayecto de las zapatillas hasta llegar a esa montaña de calzado de segunda mano en el mercado callejero de Batam.
Este reportaje de Reuters demuestra hasta qué punto uno se puede fiar de este tipo de iniciativas, que en principio parecen bien intencionadas pero que en realidad luego se convierten en dinero para los bolsillos de gente sin escrúpulos. Es una pena que algunos casos como éstos manchen la reputación de todas las demás iniciativas de reciclaje o donaciones que sí hacen lo que dicen que van a hacer.
Como ciudadanos, sólo nos queda investigar a las empresas a las que vamos a donar nuestro dinero, ropa o aparatos usados, y luego cruzar los dedos para que realmente lo que dicen que van a hacer, sea cierto y otras personas puedan aprovechar esa donación, o al menos, no acaben contaminando y creando más basura de la que hay en el mundo.