El analista Ming Chi Kuo ha vuelto a sacar su bola de cristal para contarnos que en el futuro, cuando Apple fabrique los sucesores del iPhone X, utilizará un juego de sensores mejorados en el sistema TrueDepth, justo los componentes que se alojan en la ya famosa pestaña o ceja de la parte superior de la pantalla. Ahí se encuentra una cámara que sólo detecta luz infrarroja, un emisor de 30 puntos láser, un sensor de proximidad, un emisor de luz infrarroja, un micrófono y un auricular que también hace las veces de altavoz. Además, hay una cámara frontal, normal, de 7 megapixeles.
Según parece, estos nuevos sensores requerirán de más energía que los actuales, lo que hará necesario incluir una batería que tenga todavía más capacidad que la actual que lleva el iPhone X, de 2716 mAh. Las mejoras serán detección del entorno cercano en 3D, y mejoras en aplicaciones de realidad aumentada, una tecnología en la que Apple está invirtiendo muy fuertemente.
Esto suena un poco extraño porque lo habitual es que cuando una tecnología mejora y se perfecciona en sucesivas generaciones, los requerimientos de energía sean menores gracias a las mejoras de eficiencia energética de los nuevos componentes. No es siempre el caso, pero sí es lo más habitual. Por ejemplo, la CPU que Apple utiliza en el iPhone X, el A11 Bionic, requiere de menos energía eléctrica para funcionar en comparación con, por ejemplo, El A8 del iPhone 6.
En cualquier caso, todavía nos queda un año para comprobar si esto es cierto y se cumplen sus predicciones.