Hace 25 años, tal día como hoy, Steve Jobs presentaba el primer iMac, que fue el primer ordenador en muchas cosas, como por ejemplo utilizar plásticos transparentes o translúcidos de colores, puertos USB, sin disquetera para floppies, y que se presentaba casi como un producto de moda más que un ordenador personal, aunque en realidad, fue el primer Mac que realmente sacaba a Apple del atolladero en el que se habían metido a lo largo de los años 90 con un buen montón de malas decisiones.
Se podría decir que ese ordenador, que tomaba la idea del Macintosh original integrando pantalla y ordenador todo en uno, fue el primer paso que haría que Apple se convirtiera en el gigante tecnológico que es hoy en día, mucho más grande de lo que ni siquiera Steve Jobs imaginó nunca que sería.
El iMac tenía una pantalla CRT de 15 pulgadas, 32 MB de RAM, 4 GB de disco duro, lector/grabador de CDs, un procesador Power PC G3 y puerto Ethernet de red, porque aunque parezca sorprendente muchos ordenadores se vendían sin conectividad de red en esos años. Del Wi-Fi no se sabía nada ni se le esperaba por entonces.
Fue también el primer golpe maestro de Steve Jobs tras volver a Apple al final de esa década, junto al que luego fue diseñador-estrella de la compañía Jony Ive, que hasta entonces había tenido un papel bastante secundario en la compañía.
Casi parece mentira que hayan pasado 25 años desde entonces, y que el ordenador que llevamos en nuestro bolsillo, el iPhone, sea literalmente decenas de miles de veces más rápido y potente, con una pantalla de mucha más resolución y conexión a Internet mucho más rápida en cualquier situación.