Las anécdotas curiosas de Steve Jobs siempre nos han fascinado, y hoy nos encontramos con una en Daring Fireball que nos ha hecho esbozar una sonrisa. Steve Jobs fue, como todo el mundo sabe, muy rico. Obviamente, el éxito de Apple y haber sido uno de los artífices de la revolución de la microinformática a finales de los años 70 le dieron la posibilidad de amasar una increíble cantidad de dinero. Sin embargo, a pesar de eso, Jobs siempre se preocupaba de conseguir no pagar un dólar de más si podía evitarlo. Es por esta razón que cuando almorzaba con Scott Forstall, Jobs siempre esperaba al final para pagar la comida de ambos.
Esta comida se pagaba con la tarjeta de empleado, pasándola por un lector. El precio del almuerzo se descontaba entonces del salario de esa persona. Scott Forstall, uno de los principales directivos de Apple hasta el año 2012, tampoco tiene ningún problema para pagar sus almuerzos, porque tenía un salario que se podría calificar como muy generoso. Sin embargo, Steve insistía en pagar siempre él la comida. A veces, incluso si él terminaba antes porque elegía comer sushi cocinado previamente, se esperaba a que Forstall comiera su pizza al horno, que tardaba más en salir de la comida, y requiere más tiempo para ser engullida.
¿Por qué? – te preguntarás. Bueno, la respuesta es que el salario de Steve Jobs era de un dólar al año. Tras el regreso de Jobs a Apple, se acordó que su salario sería de un único dólar porque él quiso cobrar por el rendimiento de las acciones de Apple, que van en consonancia con el rendimiento de la empresa comercialmente hablando. Si Apple va bien, sus acciones valdrán más. Si Apple va mal, las acciones perderán valor, y él también dejará de cobrar.
Como Steve sólo cobraba un dólar, la comida para él en la cafetería de la empresa era básicamente gratis, porque siempre que pagaba pasando su tarjeta de empleado se quedaba sin saldo, pero la comida se ofrecía de todas maneras. Así, pagaba por Forstall, y esperaba a que terminara cada día aunque Forstall le pidió que no lo hiciera, simplemente porque para él la comida en la empresa era gratis.
Obviamente no se trataba de una cuestión de dinero, sino de una cuestión de aprovechar que es gratis, y el placer que eso le otorgaba. A veces, son las cosas más sencillas las que más importan